¿Sabías que el Ratón Pérez y el Hada de los Dientes son grandes amigos? Aunque vienen de mundos diferentes, trabajan juntos para cuidar de los niños y sus dientecitos con mucho amor y magia.
El comienzo de una amistad brillante
Hace mucho, mucho tiempo, el Ratón Pérez vivía en una ciudad escondida debajo de las casas, construida entre las paredes y las cañerías. Era un ratoncito curioso, tierno y muy valiente, que amaba coleccionar cosas pequeñas, ¡especialmente dientes de leche! Pero no cualquier diente… solo los que los niños dejaban con amor debajo de la almohada.
Por otro lado, en el Bosque de las Hadas, vivía el Hada de los Dientes. Ella cuidaba los sueños de los niños y guardaba los dientes en cofres brillantes para hacer con ellos polvo de estrellas que ayuda a que los sueños mágicos se hagan realidad.
Un día, el Hada y el Ratón se cruzaron en la habitación de una niña llamada Sofi, que había perdido su primer diente. Los dos habían venido a recogerlo, ¡pero solo había uno!
En vez de pelear, se sentaron a conversar… y ahí nació una idea maravillosa: trabajar juntos. Desde entonces, el Ratón Pérez recoge los dientes y se los lleva al Hada, quien los convierte en polvo mágico. ¡Una verdadera misión en equipo!
Una misión muy especial
Cada noche, cuando un niño o niña pierde un diente de leche, el Ratón Pérez entra en acción. Se pone su gorrito, toma su bolsita de terciopelo y, en silencio, va de casa en casa buscando los dientes que los chicos dejan bajo la almohada.
A veces deja una monedita, a veces un pequeño regalito, y siempre, siempre, una pizca de magia. Luego, corre al bosque para entregarle el diente al Hada, quien lo transforma en luz, energía y sueños bonitos para el mundo.
¿Y si te visitan a vos?
Si se te cae un diente, límpialo con cuidado y dejalo bajo tu almohada antes de dormir. Tal vez, cuando te despiertes… ¡descubras que el Ratón Pérez y el Hada de los Dientes pasaron por tu casa!
En nuestra tienda mágica puedes encontrar cofres, cajitas, almohadas especiales y regalitos encantados para preparar una visita inolvidable del Ratón Pérez y el Hada. ¡Porque perder un diente… es una fiesta mágica!
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